Las tres principales estrategias para impulsar la agricultura sostenible en África Oriental
Mientras África Oriental lidia con la doble presión de la volatilidad climática y el aumento de los costos de los insumos, el sector agrícola se encuentra en un punto de inflexión estratégico. Promover prácticas sostenibles ya no es opcional: es esencial para la resiliencia a largo plazo, la seguridad alimentaria y el desarrollo económico. Con su amplia experiencia regional, Benjamin Gass, gerente de Desarrollo de Negocios y Marketing de Elefante verde, describe tres estrategias fundamentales para permitir una transformación escalable y de alto impacto en los sistemas agroalimentarios de la región.
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Alinear la producción de cultivos de alto valor con la innovación climáticamente inteligente
Los cultivos generadores de ingresos, como la horticultura, el maíz, el café y la floricultura de exportación, son fundamentales para las economías rurales de África Oriental. Sin embargo, estos cultivos se ven afectados de forma desproporcionada por los factores de estrés climático, la presión de las plagas y la degradación del suelo.
Una estrategia a seguir combina la agronomía de precisión con insumos biológicos de última generación (bioestimulantes y biocontroladores) que mejoran la resiliencia de las plantas y reducen los riesgos ambientales y de residuos. Innovaciones como los agentes de biocontrol basados en virus dirigidos Helicoverpa armigera Están redefiniendo la protección de los cultivos de maíz y tomate, ofreciendo beneficios de rendimiento mensurables y al mismo tiempo salvaguardando la integridad de las exportaciones.
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Redefinir la sostenibilidad como motor de la rentabilidad de los agricultores
Para acelerar su adopción, las soluciones sostenibles deben aportar un valor económico claro al usuario final: los agricultores. La integración de insumos rentables y de origen biológico puede reducir la dependencia de productos químicos sintéticos, estabilizar los rendimientos y mitigar la volatilidad de los mercados de insumos.
Los datos de campo de la región confirman que los bioestimulantes específicos pueden optimizar la eficiencia del nitrógeno y mejorar el rendimiento de los cultivos en condiciones de estrés, convirtiendo la sostenibilidad en una ventaja competitiva. En este modelo, los productos biológicos no solo sirven como sustitutos, sino como catalizadores para sistemas de producción más rentables y resilientes.
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Fortalecer los ecosistemas locales mediante el desarrollo de capacidades y asociaciones estratégicas
La verdadera transformación depende de algo más que insumos: requiere infraestructura localizada, empoderamiento técnico y colaboración de múltiples partes interesadas.
El desarrollo de centros regionales de fabricación de insumos biológicos aumenta la estabilidad de la cadena de suministro y la rentabilidad, mientras que la capacitación centrada en los agricultores garantiza un uso y una gestión eficaces. Igualmente cruciales son las alianzas intersectoriales —que abarcan agroindustrias, ONG y responsables políticos— que permiten un impacto coordinado y escalable. En mercados como Kenia, Etiopía y Tanzania, estas alianzas están resultando fundamentales para la integración de prácticas sostenibles y la conformación de una visión compartida para el desarrollo agrícola.