La innovación en plaguicidas indica una industria cambiante

Nota del editor: esta historia apareció por primera vez en la revista impresa de enero / febrero de AgriBusiness Global. Ahora también distribuimos la revista digitalmente para mayor circulación y conveniencia. Obtenga una vista previa de la edición digital aquí.

La ambientalista Rachel Carson publicó en 1962 su libro seminal, "Silent Spring", que criticaba la industria de los pesticidas y el impacto de sus productos tanto en la naturaleza como en la salud humana. El libro cambió el enfoque de los reguladores. Fue fundamental en la formación de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) y fue uno de los puntos de presión para elevar los estándares regulatorios globales para aprobar pesticidas.

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El libro de Carson también marcó un hito importante en el desarrollo de la industria de protección de cultivos, ya que enfatizó la necesidad de mejorar los perfiles ambientales y de seguridad de los productos pesticidas. La inversión de la industria desde su publicación ha marcado una gran diferencia.

Hoy en día, la industria invierte más de $3 mil millones de dólares al año en nueva tecnología. Según un nuevo informe, ha habido una reducción de 95% en la tasa de aplicación de un pesticida por hectárea desde 1950, lo que significa que los agricultores deben aplicar una dosis más baja de ingrediente activo para lograr la misma eficacia.

Al mismo tiempo, ha mejorado el perfil de seguridad del producto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica los plaguicidas en cuatro categorías de toxicidad descendente de Clase 1 a Clase U (poco probable que sea peligroso). El informe establece que una reducción promedio de 40% en la toxicidad aguda desde la década de 1960 ha significado que la mitad de todos los ingredientes activos introducidos desde 2000 son de Clase U, sin nuevos ingredientes activos introducidos en la Clase 1.

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Acceso a la innovación

Si bien la innovación en protección de cultivos es alta, el acceso a estas herramientas no es universal. La capacidad de los sistemas regulatorios en muchos países de bajos ingresos para proteger la inversión en nuevas innovaciones es a menudo insuficiente, lo que a veces deja a los agricultores sin nuevas herramientas. Y cuando los productores no tienen tecnología, las consecuencias pueden ser graves.

Tomemos como ejemplo el gusano cogollero (gusano cogollero), una plaga destructiva detectada por primera vez en Nigeria en enero de 2016. Desde entonces, el gusano cogollero se ha extendido a 44 países de África subsahariana y se estima que reduce la producción anual de maíz de 21% a 53% en ausencia de control de plagas.

Los insecticidas son una de las pocas herramientas probadas y efectivas para el manejo del gusano cogollero, pero con demasiada frecuencia los países carecen de la capacidad reguladora para aprobar los productos, o los agricultores son alejados de los plaguicidas por activistas que abogan por sustitutos alternativos, a menudo ineficaces. Los cultivos biotecnológicos resistentes a los insectos, utilizados con éxito para combatir el gusano cogollero en América Latina, son otra herramienta fuera del alcance de la mayoría de los agricultores en África porque los gobiernos toman decisiones políticas para no utilizar la tecnología.

Impacto en la productividad europea

La falta de acceso a la tecnología no es solo un problema del mundo en desarrollo. El entorno político de la UE y las decisiones regulatorias relacionadas han llevado a un acceso reducido a herramientas agrícolas modernas, como biotecnología vegetal y productos fitosanitarios, contribuyendo al estancamiento de la productividad agrícola y a una creciente dependencia de las importaciones de alimentos, según un informe escrito por el analista de mercado Agbioinvestor.

El informe compara la agricultura de la UE con otros mercados importantes, como Brasil y Estados Unidos, donde la productividad agrícola ha aumentado notablemente. A diferencia de sus competidores, el informe señala que el número de herramientas de protección de cultivos disponibles para los agricultores de la UE ha disminuido significativamente en los últimos años, mientras que sigue existiendo una prohibición de facto en gran parte de la región del cultivo de cultivos transgénicos.

El sistema regulatorio de la UE también crea obstáculos para las importaciones de alimentos, donde las reglas basadas en peligros limitan la cantidad de agroquímicos que se pueden usar en el extranjero en productos agrícolas que se exportarán a la UE. Se espera que este establecimiento de tolerancias de importación basado en peligros cree distorsiones comerciales, así como problemas con los procesos de producción en los países que exportan a la UE. La continuación de estas tendencias podría conducir a precios más altos y posiblemente a una menor disponibilidad de algunos alimentos en la UE.

La innovación es fundamental para ayudar a los agricultores a satisfacer la demanda de alimentos. En 1960 había alrededor de 100 ingredientes activos de protección de cultivos disponibles para los agricultores, en comparación con los alrededor de 600 disponibles en todo el mundo en la actualidad, además de varios cientos de pesticidas biológicos más. Esta gran cartera de herramientas de protección de cultivos, tanto sintéticas como biológicas, ayuda a aumentar la producción al evitar pérdidas mundiales de alimentos de 26% a 40% anualmente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Es esta caja de herramientas mejorada la que ha ayudado a los agricultores a triplicar la producción mundial de cultivos desde 1960, tiempo durante el cual la población mundial ha aumentado de 3.000 millones a 7.500 millones de personas. El rápido aumento de la producción mundial de alimentos se ha derivado en gran medida del aumento de los rendimientos, con una expansión relativamente pequeña de la tierra. Es decir, la innovación nos ha permitido satisfacer una demanda de alimentos sin precedentes sin cultivar nuestros preciosos hábitats naturales.

Avanzando

La industria de la protección de cultivos ha cambiado desde 1962, pero debe seguir ampliando los límites para obtener productos cada vez más seguros. También debe continuar investigando y desarrollando nuevos productos para ayudar a los agricultores a enfrentar los inmensos desafíos que se avecinan con las presiones del cambio climático, el aumento de la población y la necesidad de proteger la valiosa biodiversidad y los recursos naturales de la expansión del área cultivada.

Para estos avances es fundamental un entorno regulatorio que proporcione a las empresas la previsibilidad de comprometerse a invertir. Además, los países de bajos ingresos necesitan apoyo para desarrollar sus capacidades reguladoras y garantizar que todos los agricultores puedan tener acceso a nuevos productos. Como innovadores, no descansamos. Al entrar en 2019, la industria de protección de cultivos debe continuar trabajando para cumplir con las expectativas de los agricultores y la sociedad y los desafíos futuros.

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